martes, 1 de octubre de 2024

Presidente, presidenta. Legado de Transformación

El Legado de López Obrador y el Futuro de México con Claudia Sheinbaum


La conclusión del mandato de Andrés Manuel López Obrador marca un punto crucial en la historia de México. Durante seis años, el presidente AMLO supo ganarse el corazón del pueblo mexicano con un estilo de liderazgo único, caracterizado por su cercanía, su honestidad y un amor profundo por el país. No es casualidad que, al final de su sexenio, López Obrador haya alcanzado niveles históricos cercanos al 80% de aprobación. El cariño que el pueblo le tiene refleja no sólo su capacidad para conectar con las mayorías, sino también la confianza que generó al impulsar transformaciones profundas en áreas clave de la vida nacional.

Entre los logros más notables de su administración, se destacan la consolidación de programas sociales como la pensión universal para adultos mayores y las becas educativas para jóvenes, que han sido un salvavidas para millones de familias. Su visión de justicia social también se materializó en la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería Dos Bocas y el Tren Maya, proyectos de infraestructura que no solo detonan el crecimiento económico, sino que integran al país de una manera más equitativa. López Obrador deja un México más fuerte, más justo y más comprometido con la inclusión y el bienestar de su gente.

Uno de los mayores logros de AMLO fue reconfigurar el concepto de soberanía energética, devolviendo al Estado un papel preponderante en la gestión de recursos estratégicos. A través de políticas como la recuperación de PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad, así como la nacionalización del Litio, su gobierno priorizó el interés nacional sobre los de las corporaciones privadas e internacionales, garantizando que los recursos de la nación beneficien primero al pueblo mexicano. Este enfoque lo distinguió como un líder que no dudó en enfrentarse a las élites económicas y políticas en aras de proteger los intereses de la mayoría.

Al cerrar este ciclo, López Obrador deja un legado sólido que garantiza la continuidad de la Cuarta Transformación bajo la conducción de Claudia Sheinbaum Pardo, quien hace historia al convertirse en la primera mujer en ocupar la presidencia de México. La transición no solo es histórica por su simbolismo, sino también porque garantiza que México continúe en la senda del progreso y el desarrollo iniciada por AMLO. Sheinbaum ha sido una colaboradora cercana y una de las principales arquitectas del proyecto de transformación, y su llegada al poder asegura que el impulso hacia un México más justo no se detendrá.

Con la presidencia de Claudia Sheinbaum, México entra en lo que muchos han llamado el "Segundo Piso de la Transformación". Bajo el modelo del nuevo Humanismo Mexicano, se abre un capítulo donde la prosperidad será la palanca de desarrollo. El enfoque de Sheinbaum se centrará en consolidar los logros alcanzados, pero también en potenciar al país hacia nuevas oportunidades en todos los ámbitos: economía, innovación tecnológica, ciencia y cultura.

Los 100 puntos que Claudia Sheinbaum ha presentado como parte de su plan de gobierno son una estrategia integral que busca que México se posicione como una potencia emergente en el escenario global. Con políticas centradas en la innovación tecnológica, el fortalecimiento de la educación pública y la diversificación económica, Sheinbaum está decidida a aprovechar el impulso del legado de AMLO para llevar a México a nuevas alturas. Su compromiso con el combate al cambio climático, la igualdad de género y la justicia social aseguran que el país avance en la dirección correcta, equilibrando desarrollo económico con sostenibilidad y equidad.

El relevo presidencial es, sin duda, un parteaguas para México, no solo por la continuidad de la transformación, sino porque, por primera vez, el país será dirigido por una mujer con una visión clara de lo que necesita el país. Claudia Sheinbaum tiene la tarea de seguir escribiendo la historia de un México próspero, justo y soberano, basado en los cimientos sólidos que dejó Andrés Manuel López Obrador.

La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia no sólo representa la continuidad del proyecto de transformación, sino también una evolución hacia una visión más moderna y adaptada a los desafíos del presente y del futuro. En este nuevo episodio de la historia de México, la consolidación del Nuevo Humanismo Mexicano será clave para trazar el rumbo del país en las próximas décadas. Bajo este paradigma, se busca que el bienestar de las personas sea el eje central de todas las políticas públicas, haciendo que el desarrollo económico vaya de la mano con la justicia social, la igualdad de oportunidades y el respeto al medio ambiente.

La prosperidad será, sin duda, el motor que impulse el crecimiento del país. Con una economía fortalecida por las reformas energéticas y las grandes obras de infraestructura, México está preparado para competir en el escenario internacional. Al mismo tiempo, Sheinbaum ha dejado claro que no se dejarán de lado los temas sociales. La continuación y expansión de los programas sociales que beneficiaron a millones de mexicanos durante el sexenio de López Obrador serán una prioridad en su gobierno, lo que asegura que las políticas inclusivas y de redistribución sigan siendo el pilar del progreso nacional.

Además, Sheinbaum ha demostrado un fuerte compromiso con la ciencia, la tecnología y la innovación, aspectos que serán cruciales para convertir a México en un líder regional en estos campos. La inversión en investigación y desarrollo, junto con la creación de nuevas oportunidades educativas y laborales, permitirá que el país desarrolle su propio talento y retenga a los jóvenes que antes buscaban oportunidades en el extranjero.

No cabe duda de que el país enfrenta grandes retos: la desigualdad, la inseguridad y la crisis climática son desafíos que no desaparecerán de la noche a la mañana. Sin embargo, con un gobierno comprometido con el bienestar de las mayorías y un liderazgo dispuesto a tomar decisiones valientes, México tiene una oportunidad única de superarlos y consolidarse como una nación próspera y justa.

Claudia Sheinbaum hereda un México en movimiento, transformado por los esfuerzos de López Obrador, pero también con un potencial aún por desplegar. Si bien el camino no será fácil, la voluntad del pueblo y la firmeza de su liderazgo serán la combinación perfecta para seguir avanzando. Este nuevo sexenio no solo será un legado de continuidad, sino el comienzo de una nueva etapa donde México pueda consolidarse como un país de oportunidades para todos, con prosperidad compartida y justicia social.

Así, el legado de Andrés Manuel López Obrador seguirá vivo, no sólo en las grandes obras que definieron su sexenio, sino en el rumbo que seguirá México bajo la dirección de Claudia Sheinbaum. La historia está en marcha, y el pueblo mexicano está listo para escribir, junto a su nueva presidenta, el segundo gran capítulo de la Cuarta Transformación.

lunes, 16 de septiembre de 2024

La Nueva Independencia de México: Reforma Judicial, un Camino hacia la Justicia y la Democracia Participativa


Por: Luis Miguel Isidoro

La historia de México ha estado marcada por luchas que, en distintas épocas, han buscado la emancipación, la justicia y la equidad. Hoy, en pleno siglo XXI, nos encontramos ante lo que podría considerarse una Nueva Independencia, no del yugo extranjero, sino de los intereses que por décadas han secuestrado las instituciones del Estado. La reciente Reforma Judicial, impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y promulgada este 15 de septiembre de 2024, es un paso significativo en este proceso de liberación institucional que busca devolver al pueblo el control de su destino.

¡Viva el Amor! ¡Viva la Cuarta Transformación! ¡Viva México! Exclamó el presidente en un zócalo abarrotado, y es en esta narrativa de la Cuarta Transformación, donde la consolidación de esta reforma es clave para equilibrar los tres poderes de la nación. Durante demasiado tiempo, el poder económico ha contaminado las decisiones políticas y judiciales, privilegiando a las élites en detrimento de la mayoría. Separar estas esferas de influencia no es sólo un acto de justicia, sino un acto de democracia profunda. La justicia ha sido, en muchos casos, un privilegio de pocos, mientras que la corrupción y la impunidad se convirtieron en moneda corriente en los tribunales. Con esta reforma, México comienza a reescribir su historia y a abrir paso a un futuro más justo e inclusivo.

La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia, el primero de octubre, como sucesora de López Obrador, marca un nuevo capítulo en este proceso. Con ella al frente, se proyecta la consolidación de la Cuarta Transformación, un proyecto de largo aliento que busca cambiar radicalmente las estructuras del poder en México. El reto no es menor. La Reforma Judicial es sólo una pieza de un rompecabezas mucho más grande: la construcción de un gobierno de derechos, donde el Estado garantice no sólo el acceso a la justicia, sino también el bienestar y la prosperidad compartida.

La participación ciudadana es el corazón de este nuevo modelo de democracia. En la medida en que la ciudadanía se empodere y participe activamente en la vida pública, se podrá consolidar un sistema en el que la justicia no dependa del dinero o del poder, sino de los derechos que la Constitución otorga a cada mexicano. Estamos ante una oportunidad única para transformar el aparato judicial y, con ello, eliminar los obstáculos que han perpetuado la corrupción y la impunidad.

Sin embargo, los retos son enormes. Vencer los intereses de las élites económicas, que durante décadas han controlado el destino del país, no será tarea fácil. Estos grupos, profundamente arraigados en las estructuras del poder, no renunciarán a sus privilegios sin resistencia. De igual manera, los diversos grupos delictivos siguen siendo un enemigo formidable para el Estado mexicano. Pero, como bien lo ha señalado López Obrador, el combate a la corrupción en el poder judicial es el primer paso para desarticular las redes de impunidad que sostienen a estos y otros grupos.

Por otro lado, el crecimiento económico y el bienestar social serán los pilares que garanticen la estabilidad y el éxito de este nuevo proyecto de nación. Una economía más justa, donde la riqueza se distribuya de manera equitativa, permitirá que los beneficios del progreso lleguen a todos los rincones del país. Para lograr esto, será esencial fortalecer el mercado interno, generar empleos de calidad y reducir las desigualdades sociales que durante tanto tiempo han lacerado a México.

La Reforma Judicial no es un hecho aislado; es parte de un proceso más amplio de transformación que busca sentar las bases de un México más justo, democrático y equitativo.

Sin embargo, sería ingenuo pensar que este camino estará libre de obstáculos. Los intereses creados, que se ven amenazados por estos cambios, no van a permanecer pasivos. Podemos esperar resistencia de aquellos que se beneficiaban del antiguo sistema, con intentos de sabotaje y campañas de desinformación.

El éxito de esta "Nueva Independencia" dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para implementar efectivamente estas reformas, pero también de la participación activa y vigilante de la sociedad civil. Cada ciudadano tiene ahora la responsabilidad de ser guardián de esta nueva democracia.

México se encuentra en un punto de inflexión histórico. La consolidación de la Cuarta Transformación y el Humanismo Mexicano, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, será determinante para superar los retos que aún persisten, pero con la participación activa de la ciudadanía y un Estado comprometido con el bienestar de todos, la Reforma Judicial aprobada puede ser el catalizador de una transformación profunda de nuestra sociedad, llevándonos hacia una verdadera independencia: la independencia de la corrupción, de la impunidad y de la desigualdad. El camino no será fácil, pero el premio -un México más justo, próspero y democrático- bien vale la lucha, el país tiene la oportunidad de avanzar hacia una nueva independencia.

La historia se sigue escribiendo, y hoy, el pueblo mexicano es el protagonista.

 

jueves, 12 de septiembre de 2024

La lucha del pueblo frente al gobierno de los jueces


Por: Luis Miguel Isidoro

En el complejo entramado de la política mexicana, la reciente aprobación de la Reforma Judicial por la Cámara de Diputados y el Senado se erige como un hito significativo, pero también como un campo de batalla lleno de desafíos y fantasmas antidemocráticos. El llamado Plan C del presidente Andrés Manuel López Obrador, que promete transformar la forma en que se eligen los jueces, magistrados y ministros del Tribunal Superior de Justicia, es visto por algunos como un avance democrático, mientras que otros lo perciben como una amenaza a la independencia judicial. La dicotomía entre el optimismo popular y las inquietudes críticas revela una tensión fundamental en la lucha por una justicia verdaderamente representativa.

La reforma ha superado obstáculos significativos en su camino hacia la aprobación. En la Cámara de Diputados, la iniciativa fue aprobada con 357 votos a favor, 130 en contra y 0 abstenciones. Este resultado refleja una clara mayoría calificada entre las fuerzas políticas oficialistas, con el bloque oficialista impulsando la reforma y la oposición manifestando sus reservas.

En el Senado, la votación fue igualmente reñida, con 86 votos a favor, 42 en contra y 0 abstenciones. Estos números revelan que el pueblo de México otorgó el poder decisivo al oficialismo para llevar a cabo la Reforma Judicial en México.

La Reforma Judicial es un paso histórico que marcará un antes y un después en la impartición de justicia en México. Esta reforma busca democratizar el Poder Judicial, un bastión que por años ha permanecido en manos de unos pocos privilegiados, alejados del sentir del pueblo y dominado por intereses ajenos a la justicia.

El hecho de que ahora se proponga la elección de jueces y magistrados a través del voto popular es un avance fundamental hacia la verdadera participación ciudadana. No más jueces que actúan en favor de intereses particulares, sino servidores públicos elegidos por el pueblo, para el pueblo, lo que garantizará que respondan a las necesidades y demandas de una sociedad que clama por justicia imparcial y honesta.

Se acabará la critarquía, ese gobierno de los jueces que ha pretendido imponerse como un poder por encima de la Constitución y del resto de los poderes de la República. Con esta reforma, dejamos atrás la parcialidad y la impunidad que han caracterizado a un Poder Judicial controlado por influyentes y poderosos, y damos paso a un sistema más justo, transparente y equitativo.

La propuesta sugiere que la elección popular de jueces podría romper con una tradición de elitismo y opacidad en el poder judicial, al tiempo que ofrece una oportunidad para que los ciudadanos tengan una voz más directa en la justicia. Sin embargo, este cambio no está exento de riesgos.

El Plan C, al ser presentado como un regalo del pueblo al presidente López Obrador, pone de relieve la compleja intersección entre la política y la justicia. Si bien la reforma puede ser vista como un intento de hacer justicia más accesible y democrática, también es necesario cuestionar si este enfoque realmente resolverá los problemas subyacentes del sistema judicial o simplemente trasladará las mismas dinámicas de poder a un nuevo escenario.

La lucha del pueblo frente al gobierno de los jueces es, en última instancia, una lucha por el equilibrio entre la participación democrática y la independencia judicial. Es imperativo que, al avanzar en la reforma, se mantenga un firme compromiso con los principios de justicia imparcial y se eviten los riesgos de una mayor politización del sistema. La verdadera victoria para el pueblo no será simplemente la aprobación de una nueva ley, sino la creación de un sistema judicial que funcione con integridad, equidad y eficacia para todos los ciudadanos.

La apatía y el desánimo han sido durante mucho tiempo los aliados silenciosos de un sistema judicial percibido como distante y ajeno a las necesidades del ciudadano común. La frustración ante sentencias incomprensibles y la sensación de una justicia selectiva han erosionado la confianza en las instituciones. En este contexto, la promesa de una justicia "del pueblo y para el pueblo" resulta seductora.

El Plan C de AMLO, que busca transformar radicalmente el sistema judicial mexicano, es sin duda audaz.

Los alcances de esta reforma son vastos y transformadores:

  1. Elección popular de ministros, jueces y magistrados: Este es el cambio más radical y controvertido. Implica un giro de 180 grados en la forma en que se selecciona a los impartidores de justicia.
  2. Creación de 2 órganos de control judicial: Un ente disciplinario y otro administrativo. Estos sustituirían al actual Consejo de la Judicatura Federal, con el objetivo de aumentar la supervisión y reducir la corrupción en el poder judicial.
  3. Fortalecimiento de la justicia local: Se busca dar mayor autonomía y recursos a los tribunales estatales para mejorar su funcionamiento.

La propuesta de reforma incluye que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial presenten listas de candidatos a ministros y magistrados sobre las cuales vote la gente. También acortaría la plantilla de ministros en la Suprema Corte, de 11 a 9, con una presidencia rotatoria cada dos años, dependiendo de qué juez haya sacado un mayor porcentaje en el voto, usando un sistema por representación proporcional. La duración de los cargos también se regiría a través de este sistema: 14 años los que hayan sido más votados, 11 y 8 los que menos. Contempla dos elecciones para renovar los cargos del Poder Judicial, la primera de ellas extraordinaria, en junio de 2025, y una segunda en 2027 gradual para jueces, en la cual se abre la posibilidad de democratizar el acceso al ejercicio del poder judicial.

El proceso de implementación de esta reforma consta de varias etapas:

  1. Aprobación en los congresos locales: Al tratarse de una reforma constitucional, se requiere la aprobación de la mayoría de las legislaturas estatales, etapa que al cierre de esta edición ya se había dado en 17 de los 32 estados de la república, siendo: Oaxaca, Tabasco, Tamaulipas, Quintana Roo, Veracruz, Baja California Sur, Yucatán, Nayarit, Colima, Morelos, Baja California, Durango, Puebla, Campeche, Tlaxcala, Sinaloa y Guerrero.
  2. Una vez que el proyecto de ley es aprobado por la Cámara de Diputados y la de Senadores, así como del Constituyente permanente, se comunicará al Ejecutivo Federal, firmado por los presidentes de cada una de las cámaras. Corresponde en este momento al presidente de la República, en caso de que esté de acuerdo con la totalidad del proyecto, proceder a sancionarlo y a disponer que se promulgue como ley. Cabe señalar que la sanción "es el acto de aceptación de una iniciativa de ley o decreto por parte del Poder Ejecutivo", establecido en el artículo 72 de la Constitución Mexicana. Las reformas constitucionales en México comienzan a regir el mismo día en que son publicadas en el Diario Oficial de la Federación, excepto que el Constituyente establezca una fecha específica de entrada en vigor.
  3. Legislación secundaria: El Congreso deberá elaborar y aprobar las leyes secundarias que definirán los detalles operativos de la reforma.
  4. Transición institucional: Se deberán crear los nuevos órganos y modificar los existentes, lo que implicará cambios administrativos y de personal significativos.
  5. Implementación de los nuevos procesos de selección: Se tendrán que diseñar y poner en marcha los mecanismos para la elección popular de jueces y magistrados.

Mientras celebramos este triunfo de la voluntad popular, debemos mantenernos vigilantes. La verdadera lucha no termina con la aprobación de una ley, sino que reinicia una nueva etapa con su implementación coordinada y acorde a lo planteado. El pueblo mexicano, en su sabiduría, deberá encontrar el delicado balance entre una justicia cercana y una justicia independiente. Sólo así podremos exorcizar los fantasmas antidemocráticos que amenazan con socavar los cimientos mismos de nuestra república.

La transformación que propone esta reforma es clara: garantizar que el Poder Judicial no sea más un órgano que se imponga por encima del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo, sino uno que trabaje en armonía con ellos, respetando sus atribuciones y el proceso legislativo en curso. Así, se fortalecerá el Estado de Derecho y se consolidará una justicia verdaderamente democrática, al servicio de todos los mexicanos.

Este es un paso más hacia la Cuarta Transformación, hacia el Humanismo Mexicano, hacia el México que todos deseamos, donde la justicia no sea un privilegio de unos pocos, sino un derecho de todos. Con esta reforma, avanzamos hacia un país más justo, más democrático y más equitativo, donde el pueblo tiene la última palabra.

jueves, 24 de agosto de 2023

La ventaja de Claudia Sheinbaum es irreversible: Luis Miguel Isidoro

 


La arena política en México está en ebullición con miras a la próxima encuesta interna de morena con resolutivo este 6 de septiembre de 2023, cuando se revelará quién será el encargado de liderar del ala morenista la denominada continuidad de la transformación del país. En este escenario, Claudia Sheinbaum emerge como una figura imponente, con una ventaja insoslayable en las encuestas frente a sus compañeros aliancistas: Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña, Ricardo  Monreal y Manuel Velasco Coello. Analicemos los datos estadísticos recientes y los factores que han catapultado a Sheinbaum hacia una proyección ganadora.

La ventaja estadística es indiscutible, según las últimas encuestas, Claudia Sheinbaum ha conseguido una ventaja considerable sobre sus rivales internos dentro de Morena. Los números hablan por sí mismos: una diferencia de +/- 10 puntos que se ha mantenido constante y que refleja el respaldo que ha logrado consolidar. Este respaldo, proveniente de la ciudadanía y de las bases morenistas, es un testimonio claro de su liderazgo y compromiso.

La ventaja de Sheinbaum no es simplemente una cuestión numérica, es un historial de logros significativos, además de que se fundamenta en un cúmulo de beneficios tangibles para la ciudadanía durante su tiempo como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Sus políticas enfocadas en la movilidad sostenible, la recuperación de espacios públicos y la atención a sectores vulnerables han resonado con la población. Estos logros no sólo le han valido el reconocimiento a nivel local, sino que también han fortalecido su imagen a nivel nacional.

Aunque el resolutivo del 6 de septiembre respecto a la Encuesta es crucial, es innegable que la proyección de Claudia Sheinbaum va más allá. Se perfila como una candidata fuerte para la elección presidencial de 2024. Su habilidad para establecer una conexión genuina con la gente, así como su estilo cercano y pragmático, le otorgan un gran potencial frente a la oposición.

En la eventual contienda presidencial, Claudia Sheinbaum presenta ventajas claras frente al bloque opositor. Su enfoque en la transformación sostenible y equitativa del país resuena con una población que busca cambios profundos. Además, su experiencia en la administración pública y su capacidad para articular soluciones pragmáticas la distinguen de la retórica vacía. Su estilo conciliador puede ser un puente necesario en un panorama político polarizado.

La posición de Claudia Sheinbaum en la carrera por la Coordinación de la Transformación no sólo es una cuestión partidista, sino un reflejo de su resonancia con el electorado y su capacidad para liderar en tiempos de desafío. Su ventaja en las encuestas no es un simple augurio, sino un resultado de su trabajo, de sus recorridos por el país, para escuchar los sentimientos del pueblo y su compromiso demostrados. Mientras nos acercamos al 6 de septiembre, México se encuentra en una encrucijada, y la elección de quién liderará la continuidad de la transformación marcará un rumbo crucial para el país.

Claudia Sheinbaum se ha proyectado con una ventaja irreversible en las encuestas internas de Morena. Su liderazgo, historial de logros y proyección hacia 2024 la colocan en una posición privilegiada. Con una visión transformadora y la capacidad de atraer tanto a la ciudadanía como a la base partidista, Sheinbaum emerge como una figura que puede no sólo coordinar los Comités Morenistas de Defensa de la Transformación del país, sino también ganar la contienda presidencial y liderar a México hacia un futuro más prometedor.