martes, 20 de noviembre de 2012

Gobernabilidad democrática en Latinoamérica


Por: M.A. Mirna Izquierdo Gómez

Así vista,  la democracia como aspiración de un  régimen político en el ejercicio de Gobierno, puede coexistir sin problemas con la autocracia al interior de las organizaciones, el ejercicio de transparencia y rendición de cuentas se establece como un slogan, sin ser obligatorio con los votantes, o con los ciudadanos. 

Para impedir la gobernabilidad en procesos de cambio social, las nuevas derechas han encontrado modos para promover una suerte de inestabilidad de masas mediante grandes movilizaciones populares impulsadas desde arriba, convocadas por los grandes medios monopolizados. Aquí el papel de los medios es importante, pero no factor decisivo. Mucho más importante es fomentar la intolerancia y los miedos de las clases medias, y de importantes sectores populares, hacia los ciudadanos diferentes sean estos indios, pobres, de otras lenguas y culturas.

Divulgar  miedo da buenos dividendos, de ahí que en todos los procesos mencionados, la delincuencia y la violencia urbana se hayan disparado o ésa es la impresión dominante entre buena parte de la población. El crimen perfecto con el amparo de la ley y sus instituciones en un escandalo mayúsculo. Si bien en cierto que Brasil, se ha incorporado rápidamente a la globalización y a la tecnificación, quizá como un ejemplo de mercado exitoso en lo general, pero en lo local, un problema latente de desigualdad y violencia casi incontenible, su historia de colonización, militarismo y crisis profunda por muchos años, se enfrenta hoy a una política económica e internacional sin precedentes, un país entrañable, alegre y marcado por Gobiernos corruptos, en la era civil y de promesas.

Otro elemento es el manejo politico de la opinión pública. En Colombia por ejemplo, el elemento movilizador es el “terrorismo” de las FARC, pero en Argentina un padre de familia, cuyo hijo fue asesinado por delincuentes, Juan Carlos Blumberg, movilizó cientos de miles con la excusa de la inseguridad ciudadana, codo a codo con la ultraderecha, contra el gobierno de Néstor Kirchner.

 Las nuevas derechas, con  las que defienden una televisora golpista en Caracas, tienen capacidad de movilización de masas, apelan a demandas “democráticas” y utilizan un lenguaje familiar a las izquierdas, pero para promover fines antidemocráticos y los intereses de las élites.  A la era de los golpes de Estado le sucedieron los “golpes de mercado”, como el que obligó la renuncia del presidente argentino Raúl Alfonsín en 1989, o de Hernán Siles Suazo en Bolivia, en 1985, en medio de la hiperinflación promovida por “los mercados” para destituir Gobiernos a los que consideraban poco fiables. 

Ahora se trata de destituir procesos democráticos, más que Presidentes, impedir cambios de fondo promovidos por bases sociales organizadas y que cuentan con masivo apoyo popular.

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