jueves, 11 de mayo de 2023

Juicio Político a Ministros de la Corte y comparecencias ante el Senado

 


Por: Luis Miguel Isidoro

La Suprema Corte de Justicia de México es la más alta instancia judicial del país y es responsable de interpretar la Constitución y resolver las controversias constitucionales que surgen en el ámbito federal. Los magistrados que la integran son nombrados por el presidente de la República y ratificados por el Senado de la República.

En los últimos días, ha habido un debate en torno a la posibilidad de hacer un juicio político a los ministros de la Suprema Corte que han declarado inconstitucionales algunas de las reformas aprobadas recientemente por el Senado de la República, en particular el llamado Plan B sobre la Reforma Electoral por violar, según el razonamiento de ellos, el proceso legislativo. La propuesta surge en medio de un clima político polarizado en el que algunos sectores acusan a los magistrados de actuar con parcialidad y politizar la justicia, debido a que en procesos similares en el sexenio pasado no se pronunciaron al respecto ni declararon inconstitucionalidades como lo han estado haciendo reiteradamente.

Sin embargo, es importante señalar que el juicio político es un procedimiento que sólo puede ser iniciado por el Congreso de la Unión y que está contemplado en la Constitución mexicana. El juicio político es un mecanismo que tiene como objetivo sancionar a los servidores públicos que hayan cometido alguna falta grave en el desempeño de sus funciones, incluyendo a los magistrados de la Suprema Corte.

Sin embargo, para que se inicie un juicio político contra un magistrado de la Suprema Corte, es necesario que se haya cometido una falta grave que amerite la destitución del cargo. La mera discrepancia con sus resoluciones no es suficiente para iniciar un juicio político. Se les necesitaría llamar a comparecer ante el Senado, bajo las facultades de control parlamentario adyacentes del Senado, y que expliquen con argumentos jurídicos por qué han declarado inconstitucionales las reformas, de lo contrario, de seguir con sus conductas reiteradas y sin fundamento legal se les catalogaría como faltas graves, causas de destitución, traición a la patria y juicio político.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación son independientes y autónomos en el desempeño de sus funciones. Su labor es interpretar la Constitución y velar por su cumplimiento, sin importar si sus decisiones son populares o impopulares.

La propuesta de llamar a comparecer a los magistrados ante el Senado como facultad del parlamento también es una posibilidad que está prevista en la Constitución mexicana. Sin embargo, este mecanismo no implica un juicio político en sí mismo, sino que busca que los magistrados expliquen el razonamiento jurídico detrás de sus decisiones.

Por último, la propuesta de reformar el sistema de elección de los magistrados de la Suprema Corte para que sean elegidos por voto popular es una idea interesante y de suma importancia, pero también plantea algunos desafíos. Por un lado, sería necesario garantizar que el proceso de elección sea transparente, imparcial y que garantice la independencia de los magistrados. Por otro lado, la elección popular de los ministros y magistrados podría llevar a una politización del proceso y a la elección de candidatos con agendas políticas específicas en lugar de su capacidad y trayectoria profesional.

La posibilidad de hacer un juicio político a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación debe ser considerada con cuidado y sólo debe ser iniciada si se les imputan faltas graves que amerite su destitución. Por su parte, la propuesta de llamar a comparecer a los ministros ante el Senado es una opción que puede ser utilizada para fomentar la transparencia y el debate público sobre las decisiones de la Corte.

Finalmente, la propuesta de reformar el sistema de elección de los magistrados de la Suprema Corte debe ser analizada con detenimiento para encontrar un equilibrio adecuado entre la participación ciudadana y la garantía de la independencia judicial. Se deberá estudiar cuidadosamente el proceso de selección y evaluación de los candidatos, para asegurar que se elijan a los mejores profesionales y expertos en derecho, y que no se politice el proceso de selección.

En última instancia, es necesario preservar la independencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, garantizando que sus decisiones sean siempre basadas en el derecho y la justicia, sin interferencia política ni presiones externas. Esto permitirá que la Suprema Corte cumpla adecuadamente su función como garante de la Constitución y los derechos fundamentales, y que siga siendo un pilar fundamental de la democracia mexicana.

La democratización del proceso de elección de ministros y magistrados mediante el voto popular es una propuesta que ha sido debatida en diversos países, incluyendo México. Los defensores de esta propuesta argumentan que la elección de los jueces por el pueblo les daría mayor legitimidad y que, por lo tanto, serían más independientes en la toma de decisiones.

Además, la elección por voto popular podría aumentar la diversidad de perspectivas y experiencias en la Suprema Corte de Justicia, ya que se abriría el proceso de selección a una gama más amplia de candidatos. Esto podría ayudar a abordar las preocupaciones de aquellos que ven a la Suprema Corte como un órgano elitista que no representa los intereses de todos los ciudadanos.

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